El rocío se mezclo entre sus enredados cabellos
salpicados por briznas de hierba fresca.
De forma aleatoria, la piel se erizaba
y la pasión bebida comenzó a evaporarse.
El sonido creaba eco en su conciencia
que ahora irrumpía con estruendo.
Tal vez todo fue una locura,
y era el momento de retroceder,
pero aun podía sentir en su boca
el dulzor de la pasión.
Gracias por tu visita y dejar tu huella, con tu permiso me quedo.
ResponderEliminarUn abrazo
Hermoso y sutil poema...la templanza será moderada por el alma hasta donde pueda y el corazón no se dañe..
ResponderEliminarGracias por visitarme ..con tu permiso me quedo a seguirte.
Un cordial abrazo.
Claro de Luna